la cuestión de la cabeza.


Las vanguardias acostumbradas a hablar para ellas mismas, lanzan un mandato, un mandato que pide desesperadamente comprenderlas sin haber hayado o buscado ni siquiera una razón. Aun así, el mandato se convierte en exigencia y la sumisión del militante a esta. Y esta disciplina abstractas, esta tristeza nos aleja de toda consciencia, de toda ethica, de toda experiencia y de toda vida. El verticalismo desde abajo, la formula organizativa mas desesperada del movimiento obrero se ha venido abajo, en su intento de transmitir en los marcos, información perdida por los canales y las estructuras. Las hazañas sectoriales, las purgas, las traiciones y las escisiones son solo la muestra de su desgaste. La tensión entre lo que son y lo que deberían ser, siguiendo a el mesías que enuncia el mas allá desde el aquí y el ahora, no son mas que síntomas que determinan su muerte y su perpetuo presente. Una muestra de ello son los estudios, panfletos y documentos que salen de los partidos de corte leninista que dejan la misma impresión de trabajo de segunda mano, de especulación supletoria. Cualquiera que haya sido seducido por esta eroticidad teórica, ha experimentado la estepa, la indiferencia de la masa con su sitio, con las luchas acaecidas en los barrios. Esta unicidad homogenea no es mas que la cerrazon de quienes no ven mas hayá de los margenes de la sociedad del trabajo, pues la maquinaria productiva al ser tambien homogenea impide que sus derivas se salgan de los patrones de produccion previamente establecidos. El centralismo democrático no es mas que eso una demokracia (obrera) militar y centralizada. Este equipamiento de la ausencia se fundamenta en la falsa voluntad única y mayoritaria. Nosotros, si es que podemos hablar de un nosotros, abogamos por la multiplicidad de tácticas que complementan esa diferencia única a las relaciones sociales fetichistas. A esta comprensión sensible de las vanguardias responde un abrupto sentimiento de nuestra común terrenalidad.

La hoz y el martillo, que ya no conmueve ni a sus seguidores se ha convertido en el pico y la pala de la utopía socialista del trabajo. Nuestras jóvenes vidas han bastado para ver al marxismo leninismo retomar su aburrido monologo en bocas estudiantiles, a el economicismo mas plano convertirse en relijion popular, pero sobretodo, a la disciplina cotidiana convertirse en militarismo sucursalista, es decir, el calor de un amigo en una manifestación fugarse y dar paso absorbida por la necesidad concreta de pertenencia a un grupo desaparecer sin dar ninguna explicación. Nosotros también los hemos sufrido.

Esta enajenación colectiva encuentra su esencia en el trabajo asalariado y en la metafísica que este emana a la superficie, que tiende a reproducir sus mecanismos y valores. En el mismo momento que se hereda el cientismo de la II internacional y se objetiva mediante el materialismo histórico y sucursalista, tanto la historia revolucionaria como la misma revolución, se constituye la figura cosificada del revolucionario como un trabajador totalmente sumergido en las fases de laboralidad. Ser revolucionario es un trabajo que no se entiende en base a la libertad individual (estrechamente ligada dialecticamente a el colectivo), sino que se entiende para un futuro que acontecerá y un partido en vías de devenir otra burocracia de aprendizaje mecánico, pasivo y estático. Ese militantismo dentro de esas asociaciones consume a el 'in'dividuo porque concibe su labor como un trabajo autosacrificado, esa fuerza de trabajo que entrega cuerpo y mente a un tercero independiente sobre el que no tiene ninguna capacidad de control. El militante comunista o socialista mayoritariamente, hoy en día es esa persona desdibujada y despersonificada que se vuelve un ensamblaje mas intercambiable por ese sentimiento grupal y la apariencia que te ofrece. La militancia comunista o socialista no debe deberse a ese auto-inmolarse. solo tienes dos opciones dentro de ese tipo de militancia, o eres un fiel creyente o la relación de extrañamiento entre el militante y la organización se erosiona velozmente. La militancia separada es producto también de la disociación del productor con el producto mediante la jerarquizacion de los medios, es decir, una labor en la que te has sumergido tu para satisfacer necesidades agenas. La militancia no es la satisfacción de unas necesidades, sino que es el medio para satisfacer unas necesidades concretas. Exiliate, organízate y lucha por tu vida, no necesitamos programas de liberación sino practicas de libertad. La ofensiva es ahora y no entendemos como podeis estar mirando.

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